Cuando se publica la primera parte del Quijote, en 1605, España estaba aún inmersa por la epidemia de “peste atlántica” (peste castellana). Que cobró la vida de cerca de seis cientos mil personas.
Desde la primera página Cervantes nos invita a cabalgar en su texto en el inmenso bosque de las metáforas. Para todos es bien conocida la frase inicial del Quijote: “en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”. La Mancha no solamente es una referencia geográfica, es la mancha del papel de la imprenta, manchas en blanco y negro, hoja impresa para leerse, metáfora de la escritura y la memoria, según me comenta el escritor mexicano Jorge F. Hernández.
Muchos críticos se impactan con la segunda frase que define al héroe a través de lo que come. Con la descripción de lo que Alonso Quijano come cada sábado, duelos y quebrantos, Cervantes pone la referencia culinaria más discutida, según lo indica Carolyn A. Nadeau. Desde 1614 los críticos siguen discutiendo su significado, no obstante que se trata de un plato bastante popular, (huevos con torreznos o sesos de cabra) No aparece ninguna receta de duelos y quebrantos en todo el siglo XVI y XVII. Tal parece que el nombre de “duelos y quebrantos”, refleja el dolor físico y moral de ingerir productos de cerdo. Cervantes nos lleva a lo culinario como metáfora de la cotidianidad, de lo enigmático, de o que cambia o que puede ser como antes pero diferente.
Si hilvanamos tres elementos a los que en este texto hacemos referencia: la epidemia atlántica, la mancha como escritura y memoria y los duelos y quebrantos, motivo que nos hace llevar a cabo el Segundo encuentro psicoanalítico de las sociedades de la región norte: reuniendo a tres destacados psicoanalistas que nos compartirán su conferencia sobre duelos y quebrantos en la era del COVID 19, quienes contarán con dos psicoanalistas comentaristas a su trabajo y posteriormente un tiempo para que el auditorio intercambie opiniones con los expositores.
