La salud mental en la paternidad se volvió un tema de creciente relevancia en espacios médicos, sociales y familiares. Aunque por años se enfocaron los cuidados emocionales en las madres, los padres también enfrentaron cambios drásticos tras el nacimiento de sus hijos. Ignorar este proceso vulneró su bienestar y, por extensión, el vínculo con sus hijos.
Especialistas en salud mental advirtieron que convertirse en padre implicó una transformación profunda. Los cambios incluyeron emociones como miedo, angustia, culpa y agotamiento emocional. Sin embargo, la mayoría evitó reconocerlas por presión social, lo que generó crisis silenciosas.
Estudios internacionales confirmaron que hombres experimentaron ansiedad generalizada, depresión postparto y estrés severo durante la crianza temprana. Estas afecciones, no tratadas, provocaron distanciamiento emocional en la pareja y afectaron la dinámica familiar.
El estigma del padre proveedor, fuerte y sin vulnerabilidades, persistió como una narrativa dañina. Esta figura impidió que miles de hombres pidieran apoyo profesional o emocional, a pesar del colapso mental que enfrentaron.
Impacto en vínculos afectivos
De acuerdo con el Dr. Salvador Cisneros, integrante de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, la transformación emocional del padre es igual de profunda que la de la madre. Para él, reconocer los sentimientos del padre es clave para desarrollar relaciones sanas con los hijos.
“La paternidad no solo transforma la vida externa del hombre, sino también remueve sus emociones más profundas”, explicó. Para Cisneros, atender esta dimensión emocional previene rupturas afectivas, violencia familiar o desconexión con los menores.
La falta de espacios seguros para que los padres hablen sobre su estado emocional obstaculizó el autocuidado. Buscar ayuda terapéutica o simplemente descansar fueron actividades consideradas innecesarias o débiles por prejuicio cultural.
Expertos coincidieron en que un padre emocionalmente agotado mostró menor paciencia, mayor irritabilidad y una tendencia a aislarse. Esa desconexión impactó directamente en la crianza y en la formación emocional del hijo.
Aprendizajes y modelo familiar
El ejemplo del padre que cuida de sí mismo promovió una cultura emocional positiva en los hijos. Ver a sus progenitores expresar sentimientos y pedir ayuda fortaleció sus herramientas de gestión emocional y autoestima.
“Los hijos aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice”, recordaron especialistas en psicología infantil. Por ello, la paternidad consciente requiere también atención a la salud mental de los hombres.
Practicar el autocuidado masculino no implicó egoísmo, sino responsabilidad. El descanso, la introspección, las conversaciones honestas y el acompañamiento profesional ayudaron a formar vínculos genuinos con los hijos.
La narrativa del padre incansable, emocionalmente invulnerable y permanentemente disponible económicamente resultó contraproducente. Especialistas exhortaron a dejar atrás ese paradigma e incorporar nuevos modelos de paternidad.
Visión desde la psicoterapia
Psicólogos y terapeutas coincidieron en que cada vez más hombres asistieron a consulta por razones asociadas a la paternidad. La presión social, los duelos personales y el miedo al fracaso se manifestaron en episodios de ansiedad.
En espacios psicoterapéuticos, muchos padres reconocieron por primera vez que sentían culpa, tristeza o soledad. Validar estas emociones permitió que iniciaran un proceso terapéutico más profundo y sostenido.
Las instituciones de salud pública aún carecieron de protocolos efectivos para atender la salud mental masculina en etapas de paternidad reciente. Esto dejó sin atención a una población con necesidades específicas.
El sistema de salud priorizó históricamente la salud materna e infantil, pero dejó de lado al padre como sujeto emocional. Esta omisión reforzó estigmas y postergó políticas públicas de salud mental incluyente.
Paternidades conscientes y sanas
Una paternidad saludable no dependió solo de los ingresos económicos o del cumplimiento de normas sociales. También requirió disponibilidad emocional, conexión afectiva y herramientas para gestionar el estrés.
Padres que recibieron acompañamiento emocional temprano desarrollaron habilidades de escucha, tolerancia y empatía más sólidas. Esto redujo conflictos familiares y fortaleció la autoestima de sus hijos.
La visibilización de la salud mental masculina en la crianza aportó beneficios colectivos. Romper con el silencio permitió a más hombres construir relaciones significativas con sus hijos y consigo mismos.
Especialistas en desarrollo infantil afirmaron que la salud emocional del entorno familiar es un factor decisivo en la evolución cognitiva del menor. Por ello, los padres también deben ser sujetos de cuidado.
La evidencia científica y clínica coincidió en que la paternidad emocionalmente consciente genera entornos más seguros, afectivos y resilientes para las nuevas generaciones.
Fuente: Sociedad-Noticias
Psicoanálisis, Psicoterapia