Que el primer objeto de amor fue la madre y que por ende las mujeres nos recuerdan nuestra dependencia originaria.
Que esa madre que nos satisfizo y nos enseñó a desear, luego nos decepcionó y frustró.
Que al objeto originario tuvimos que repudiarlo para así constituir nuestro yo y diferenciarnos.
Hombres y mujeres portamos este odio y sólo el psicoanálisis nos permite hacerlo consciente para mitigar sus expresiones.
¡Luchemos como profesionales de la salud para evitar la violencia hacia las mujeres y las niñas!