NOTAS PARA UNA METAPSICOLOGÍA DE LA ESCRITURA EN PSICOANÁLISIS

DR. MIGUEL KOLTENIUK
9 de mayo del 2015

Pretender pensar la metapsicología de la escritura psicoanalítica implica descifrar lo impensable dentro de lo indiscernible. Si en principio, no se ha logrado descifrar el enigma del pensamiento, el reto que implica pensar el problema de escribir sobre el inconsciente es aún una cuestión más impenetrable.

Pero, iluminar el enigma de la escritura a través del abordaje de un acercamiento metapsicólogico que pretende teorizar y explicar el funcionamiento del aparato psíquico cuando escribe, y que implica un proceso simultáneo y antagónico: por un lado, un movimiento recursivo, autorreferente y en permanente resignificación, y por otro, un movimiento contrario, que funciona en un sentido proyectivo, objetivizante y orientado hacia el mundo exterior, nos obliga a acudir a la dialéctica hegeliana, con el fin de poder describir cómo el sujeto se niega y se aliena para devenir Otro, desde el cuál es posible pensar y que es quien “le dicta” al sujeto desde otro lugar, aquello que debe escribir. Todos los escritores han referido esta experiencia alienante. “Yo sólo escribo lo que el Otro me dicta”.

Esta dialéctica nos lleva desde la alienación, la alteridad, y la negación del sujeto, hasta la externalización de sus contenidos intrapsíquicos, con la finalidad de ser insertados en el orden simbólico de la palabra, para ser convertidos en escritura psicoanalítica, accesible a los otros. Como diría Hegel, se trataría del tránsito del “espíritu subjetivo” al “espíritu objetivo”, que implica necesariamente la mediación del Otro.

De Hegel a Freud, de Freud a Lacan y de Lacan a André Green, pasando por Melanie Klein, Winnicott y Bion, con desembarco forzoso en Derrida, sería la trayectoria obligada para abordar apropiadamente el tema de la metapsicología de la escritura psicoanalítica, que incluye en detalle, el proceso intersubjetivo esencial para su constitución.

En esta presentación, deberé conformarme con el esbozo de unas pocas ideas preliminares, que permitan el acceso a una introducción al tema que nos ocupa.

En primer lugar, la escritura, sea psicoanalítica o no, implica un acto de creación significante, es decir, consiste en producir nuevas cadenas de signos lingüísticos que buscan expresar nuevas significaciones con el fin de iluminar nuevos sectores de la realidad.

En el caso de la escritura psicoanalítica, esta realidad se refiere a la realidad psíquica, tanto del paciente, como del analista. Por ello, voy a denominar “realidad psicoanálitica”, a la realidad que intenta describir y comprender la escritura psicoanalítica.

Mientras que el proceso de creación de la escritura psicoanalítica parece realizarse en el mundo interno del escritor absorto en un diálogo con sus objetos internos, la escritura resultante está destinada al mundo exterior y a permanecer en él en calidad de un texto visible y legible. ¿Cómo es que esto ocurre? Voy a tratar de ofrecer una visión muy esquemática y simplificada de lo que sucede en el aparato psíquico cuando está escribiendo.

En primer lugar, tiene que desarrollarse una escisión multifuncional del yo, de carácter variable en intensidad y magnitud, que sea sostenible, y a la vez, que sea reversible, es decir, el yo tiene que poder funcionar simultáneamente en distintos niveles de primarización y secundarización del trabajo psíquico de pensamiento y de figurabilidad representacional. En otras palabras, tiene que ser capaz de simbolizar la experiencia, tanto a nivel primitivo como a nivel del pensamiento abstracto, pasando por sus fases intermedias, sin caer en estados confusionales ni de desintegración.

En segundo lugar, tiene que darse “el proceso terciario” descrito por André Green, que consiste en la capacidad de una aglutinación parcial y funcional entre el proceso primario y el secundario, como en la regresión tópica del sueño, solo que en estado de vigilia, para que ocurra la formación de nuevos enlaces entre las representaciones cosa y las representaciones palabra, que constituyen la esencia del proceso creativo. A partir de estos nuevos enlaces surge el producto creado, surge lo no pensado anteriormente, lo no fantaseado, lo no dicho, el descubrimiento, la novedad, la escritura.

Además, el proceso terciario, favorece la regresión temporal, es decir, provoca una ampliación y ensanchamiento de la memoria tanto preconsciente como inconsciente, lo que hace posible que una infinidad de redes representacionales olvidadas se vuelvan accesibles a la conciencia y se conviertan en materia prima disponible para la creación de los nuevos enlaces. A estos nuevos enlaces los llamaré la “proto escritura”.

La proto escritura presupone, igual que el sueño, la regresión tópica y temporal del funcionamiento psíquico, pero, a diferencia del sueño, la proto escritura opera en proceso terciario y en estado de vigilia, bajo el gobierno de un yo escindido multifuncional, y bajo el predominio de la representación palabra sobre la representación cosa.

Para transformarse en escritura, la proto escritura requiere a su vez, de un proceso elaborativo superior de abstracción, gramatización, concatenación lógica, sintáctica y semántica, que ubica la proto escritura dentro de un cuerpo teórico perteneciente a un código lngüístico, definido por la disciplina que lo constituye, en este caso, la disciplina psicoanalítica. Sólo así la escritura puede adquirir su rigor epistemológico y su capacidad de iluminación, siempre relativa y parcial, de algún sector de la realidad psicoanalítica, con cierta pretensión de veracidad aproximada e incompleta.

En tercer lugar, la creación de escritura descansa en un proceso de fusión-defusión del yo con los objetos. El yo debe indetificarse al grado de convertirse en el objeto que está intentando describir, y posteriormente debe recuperarse de su estado de alienación hasta lograr su autoafirmación, su separación y su individuación. Hegel llamaría “aufhebung” a este estado de negación de la negación en el que lo superado se conserva para dar lugar al siguiente paso evolutivo en la construcción de la escritura.

En particular, pienso que la proto escritura va a surgir como un precipitado discursivo, destinado a llenar el vacío que surge de la pérdida fantaseada de los objetos a partir de este proceso de separación-individuación. Creo que se escribe a partir de la pérdida, como un intento restitutivo e ilusorio de recuperación sublimada del objeto perdido, por medio del orden simbólico de la palabra. En donde estuvo el objeto, queda el texto, la huella, la escritura.

En El yo y el ello, Freud afirmó que el yo se forma a partir del precipitado de las investiduras de objeto resignadas, y agregó que, además, contiene la historia de esas mismas relaciones. Yo agrego que a partir del trabajo psíquico realizado sobre esas investiduras y esa historia, se construye la proto escritura, que, a su vez, va a ser transformada en escritura psicoanalítica.

Para terminar, no quisiera dejar de lado el tema, quizá el más importante, que se le plantea a una metapsicología de la escritura psicoanalítica, a saber, los límites de lo escriturable, lo no simbolizable, la Cosa en sí kantiana, las fronteras de la simbolización, el O de Bion, lo Real en Lacan, “lo que no cesa de no escribirse”, como le gusta definirlo.

La escritura: “el abrirse paso”, que es el título de la ponencia que nos va a presentar el Dr. José Cueli nos lleva a examinar esta cuestión nodal: ¿cómo capturar en el orden limitado de las palabras el infinito e informe universo de la experiencia emocional, para poder ser transmitido? ¿Cómo buscar lo imposible?
es lo que nos va a presentar a continuación el Dr. Juan Tubert.

Muchas gracias

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