El duelo después de la adolescencia
Mtra: Sofia Nahmad Guindi.
Psicoanalista.
Socia Adherente de Asociación Psicoanalítica Mexicana.
“La culminación del periodo de la adolescencia y de la turbulencia crítica por la que dicha etapa atraviesa, se manifiesta a través del paulatino desarrollo de una nueva fase dentro del devenir del ciclo vital del ser humano: la etapa de juventud propiamente dicha”. (Vives 1990).
Siempre ha sido bastante discutido la edad en que finaliza el periodo adolescente. Lo que se puede escuchar al estudiar las diferentes etapas por las que pasa el adolescente, es que esta finaliza a los 18 años; edad coincidente con la finalización escolar de la preparatoria. Si observamos lo que ocurre en México, es que es justamente a esa edad se espera ya tener en mente la elección de una carrera académica que se desea estudiar y por tanto saber a lo que uno se quiere dedicar en la vida. Esto hace decir a muchos que se entra a una edad adulta encaminada a estudiar algo que estará ligado a la posibilidad laboral unos años más tarde.
Lo que he podido observar y escuchar en mi clínica, es que muchas veces es una edad muy temprana para ciertas decisiones, pero que justo la decisión viene acompañada, no de una entrada a la adultez, sino de una entrada al periodo de la juventud.
Otros autores proponen, un poco más adelante, el terminar la adolescencia aproximadamente a los 21 años o un poco más tarde, siendo esta propuesta más acertada que la de los 18 años. Sin embargo, lo que sí parece ser muy escuchado es que los adolescentes se estancan en la adolescencia y que no se les ve crecer, y aunque en muchas situaciones esto puede ser cierto, me parece importante como psicoanalistas entender muy bien lo que ocurre en la etapa de juventud, donde tantas decisiones tienen que ser llevadas a cabo, y en donde se toma un recorrido bastante largo.
Me encuentro con poca información escrita acerca de la juventud y casi nada acerca de un duelo que se vive, no solo en el periodo adolescente, sino en la salida misma de la adolescencia; un duelo por la pérdida de la posibilidad de ser ambivalente. El adolescente duele el hecho de no ser niño, el joven duele el no poder seguir actuando como adolescente. El adolescente vive en una mente infantil y en un cuerpo cambiado, el joven vive el duelo de llevar a su cuerpo a una parte más íntima y no seguir en la etapa de experimentación de nuevas sensaciones. El adolescente reactiva la fase de separación individuación para cuestionarse y reconstruir una identidad, el joven extraña esa reconstrucción y pasa a la fase de decidir que ya puede hacer por sí mismo y para sí mismo, y qué decisiones llevar a cabo con esta identidad decidida.
En la etapa de juventud se llevan a cabo muchos cuestionamientos, pero muy diferentes a los del adolescente, y no dentro de una etapa adulta. Los procesos psíquicos que se viven son de suma importancia y a veces pienso que poco discutidos, apostando que ya debieran estar resueltos, y exigiendo una adultez donde no la hay y donde tampoco se encuentran en la adolescencia como tal.
Mi interés en llevar a cabo una investigación en la etapa de juventud es para saber, como psicoanalistas, el modo en que podemos escuchar a los jóvenes. Hay que saber escuchar este trance de juventud que no es adolescente ni adulto.
Por lo tanto, hemos aprendido que el proceso adolescente se vive de los 12 a los 20 años, y Erikson lo caracteriza por la crisis de identidad versus la confusión de identidad. Más adelante este mismo autor define la etapa de adulto joven que abarca en mi visión de los 21 años a los 28, y que se la define en la gentilidad, pasando por la crisis de la intimidad versus el aislamiento. Este momento de la genitalidad consiste en la capacidad para desarrollar una relación sexual saludable, con alguien amado con quien compartir una confianza mutua y regular los ciclos de productividad, trabajo y ocio. El reverso es justamente el aislamiento afectivo, el distanciamiento o la exclusividad que se expresa en el individualismo, patología que considero que se da fuertemente en nuestros días, perdiendo de vista la importancia de la otredad y que es fuertemente trabajado en la etapa de juventud.
Escucho a mis pacientes en este momento de vida pasar por cuestionamientos muy diferentes a los que se dan en la adolescencia. Se preguntan si deben mantenerse en el trabajo que están, cómo volverse productivos, si es tiempo de pensar en formar una familia, o si con la persona que están llevan a cabo una relación suficientemente íntima. Esto me lleva a pensar que hay que cerrar ese duelo adolescente donde cierta toma de decisiones todavía no requiere tanta prisa. Por lo tanto, hay muchas cosas que un joven en terapia tiene que llevar a cabo; decisiones más permanentes que son de suma importancia para llegar a la etapa adulta lo más integrado posible.
Leyendo a Peter Blos (1971), este explica algunos de los puntos observados en mi clínica. Él escribe acerca de dos fases importantes al finalizar la etapa adolescente. La primera que voy a mencionar es: La adolescencia tardía, donde de alguna manera comienza a dar culminación el periodo adolescente, lleva a cabo un torbellino aún más fuerte que en la adolescencia misma.
También menciona que la adolescencia tardía es “primordialmente una fase de consolidación”. (Blos 1971). Se elabora un yo unificado con expresiones estables a través del trabajo, el amor y la ideología. “En la adolescencia tardía emergen experiencia recreacionales, vocacionales, devocionales y temáticas, cuya dedicación iguala en economía psíquica la dedicación al trabajo y al amor” (Blos 1971). Y por tanto, yo agrego que por esto mismo es que es tan importante entender lo que ocurre después del periodo adolescente y saber escuchar y trabajar psíquicamente.
Después de esta etapa, escribe acerca de la posadolescencia, que es en si lo que me lleva a escribir este trabajo. Explica que la formación de la personalidad posadolescente es la pre-condición para el logro de la madurez psicológica, por lo cual este posadolescente es referido como adulto joven.
Por lo tanto podemos decir que la transición de la adolescencia a la edad adulta, está marcada por la posadolescencia. El bloqueo de esta fase provoca que el joven se quede en las fantasías de rescate que se dan en la adolescencia, o sea, esperando que sea otro quien siempre resuelva su vida.
Otro autor que escribe acerca de la resolución de la adolescencia es Manuel Isaías López (2008). Él nos dice que cuando el adolescente va alcanzando el final de la segunda década de la vida, el movimiento psicológico que lo caracteriza como adolescente va disminuyendo. Sus reacciones se hacen más predecibles y su forma de ser se hace más estable. La personalidad ya no se encuentra en tanto movimiento cambiante entre progresiones y regresiones, el movimiento es menos intenso y la relación amorosa y sexual ha alcanzado un nivel de funcionamiento que, “adecuado o defectuoso”, quedará más o menos estable.
Es así que, de manera muy interesante, marca ciertas pautas del desarrollo infantil que pueden estar directamente relacionadas a la entrada de esta etapa de juventud, y cada de una de ellas influye en este andar hacia a la adultez de manera más o menos patológica.
Determinación proveniente de las representaciones mentales de los padres:
Los padres siempre tienen alguna representación del hijo aún antes de que este se conciba. Si estos componentes representacionales no alcanzan un nivel de síntesis debido a la inmadurez de los padres, el proceso psicológico del embarazo y la prerepresentación resultante podría ser aberrante en términos de rigidez, haciendo un daño en la representación de hijo, y dando como resultado un desarrollo anormal en la simbiosis y en la fase de separación individuación. De esta forma, se tienen que adoptar mecanismos defensivos disociados que se repetirán a lo largo de la vida y llegarán a cristalizarse al final de la adolescencia en un carácter patológico. Si la representación del hijo se da de manera normal y suficientemente buena, el resultado se encamina hacia una relación real y en mecanismos de defensa sublimatorios adecuados.
Determinantes provenientes de la etapa simbiótica:
El desarrollo de la simbiosis depende de la capacidad del bebé para utilizar la disponibilidad de la figura materna y de la disponibilidad libidinal de la madre.También depende de los recursos emocionales de los padres con respecto a ellos como pareja y sus recursos internos provenientes de la primera infancia. Los defectos en el desarrollo determinados en esta fase producen defectos en la adquisición de la constancia objetal, y por lo tanto, en la salida de la adolescencia se ocasiona la imposibilidad de alcanzar la genitalidad y la relación total, real y constante con el sexo opuesto y con muchas de sus relaciones.
Determinantes Edípicos:
El desarrollo y la cristalización del triángulo edípico normal depende del nivel de constancia objetal, que se alcanza en el periodo de separación-individuación en lo que se refiere a la modalidad de relación real con los padres. También depende de la confianza básica y de la calidad de la simbiosis en el plano afectivo; de la integridad alcanzada en estas etapas anteriores, depende la adaptación normal en la situación edípica: el manejo adecuado de la ambivalencia. Si estos niveles de simbiosis y constancia objetal se adquieren de forma precaria, la ansiedad se vuelve de desintegración y esta interfiere en el desarrollo del triángulo edípico normal. Es justo en el triángulo edípico donde debe alcanzarse un cierto grado de diferenciación, tanto por el niño como por los padres, y esta situación edípica alcanzada determinará en la realidad adolescente el manejo que el chico hace de sus relaciones con sus padres y del movimiento hacia la relación objetal genital.
Factores determinados en la resolución del complejo de Edipo y en la Latencia:
El desarrollo del Yo autónomo se da en el sentido de realidad alcanzado durante la latencia a expensas de los mecanismos defensivos, así como de la capacidad sublimatoria determinados en la relación materno-infantil, durante el periodo de separación individuación. Al final de la latencia e inicio de la adolescencia, este desarrollo yoico es el equipo con el que cuenta el adolescente para manejar los impulsos incestuosos que ahora en la adolescencia cobran una realidad biológica. Así, con este mismo equipo, se puede entrar a la etapa de juventud.
La relación total de la pareja supondría la resolución completa del conflicto adolescente en ambos cónyuges a través de la elaboración del complejo de Edipo y la neutralización de lo incestuoso. Así liberados de la amenaza del incesto, en términos de fusión y pérdidas de identidad en el retorno de la simbiosis, y logrando representaciones mentales nítidas y en correspondencia emocional a las figuras reales actuales, podrán entregarse a la regresión que exige la relación erótica adulta. (Manuel Isaías López (1990).
Completando estos pasajes interesantes de los que habla López desde la primera infancia hasta la etapa de juventud, el Dr. Juan Vives (1990) escribe que el Principio de Realidad tienen que: “estar por encima del Principio de Placer, es lo que proporciona una de las diferencias más conspicuas, desde el punto de vista estructural, entre el adolescente medio y el adulto joven: es la creciente capacidad del segundo para comprometerse desde una perspectiva probabilística-mente viable con metas, proyectos y relaciones objetales, contemplados como programas a realizar a largo plazo”.
“El niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto, quemará la aldea para poder sentir calor”.
Proverbio Africano.
“Hay pocos de mis contemporáneos que se hayan mantenido fieles a su juventud. Casi todos han transigido. Es lo que llama a dejarse instruir por la vida. Han renegado a la verdad que estaba en ellos”. —André Gide
“Debemos partir, deshacernos de nuestros códigos, nuestras pertenencias, nuestros linajes. Todo ahora tiene este precio. Y todo amor, creo yo. La depresión es el reverso de tal separación. Es no poder desprenderse, deshacerse, quitarse el lastre a tiempo, abandonarse a estar en otra parte para arriesgar la vida.
Dejar la familia es también hacer el duelo de un lugar de origen al que uno pertenece de derecho o incluso de hecho, un lugar que tiene las llaves de nuestra apariencia íntima, de nuestro reconocimiento”. — Anne Dufourmantelle
Resumen
La juventud es una etapa de la vida de la cual se ha escrito e investigado poco. Se habla mucho del periodo adolescente y de la entrada a la adultez dejando de lado esta fase donde un gran cúmulo de decisiones tienen que tomarse.
La juventud no es nada más un tránsito que se vive entre el ser adolescente y el ser adulto, es una etapa tal cual que necesita ser más estudiada y discutida entre los psicoanalistas ya que mucha de la población en el consultorio está viviendo el ser joven, una etapa que va en la propuesta de este artículo de los 22 a los 29 años de edad.
Palabras clave: juventud, adolescencia, adultez.
Summary
Youth is a stage of life about which little has been written and researched. There is a lot of talk about the adolescent period and the entry into adulthood, leaving aside this phase where a large number of decisions have to be made. Youth is more than a transit that is experienced between being an adolescent and being an adult, it is a stage that needs to be more studied and discussed among psychoanalysts since many of the population in the consulting room is experiencing being young, a stage that is included in the proposal of this articulé. from 22 to 29 years of age.
Key Words: Youth, adolecence, adulthood.
Bibliografías
Blos, P. (1992). Psicoanálisis de la adolescencia. Editorial Joaquín Mortiz/México.
Dufourmantelle, A. (2015). Elogio del riesgo. Paradiso Editores.
González, J.J., Romero, J., Tavira, F. (1989). Teoría y técnica de la terapia psicoanalítica de adolescentes. Trillas.
López, M.I. (2008). La encrucijada de la adolescencia. Fontamara.
Velasco, R. (1976). La teoría de Erik H. Erikson sobre el desarrollo psicosocial de la personalidad. En Monografías de la asociación mexicana de psiquiatría infantil. (152-173).
Vives, J. (1990). La edad adulta y sus crisis. En Estrada, L., Salinas, J.L. (Ed.), La teoría psicoanalítica de las relaciones de objeto: del individuo a la familia. (73-95). Hispánicas.