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Ansiedad y depresión, trastornos mentales que más afectan a mexicanos

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Ansiedad y depresión, trastornos mentales que más afectan a mexicanos

En México la ansiedad y la depresión son las principales causas por las que las personas solicitan atención en los servicios de salud mental. El problema es que son trastornos que tardan hasta ocho años en diagnosticarse y solo 30 por ciento reciben atención especializada.

Tan solo entre enero y septiembre de 2024, 53 por ciento de las consultas en el sistema de salud nacional fueron para tratar casos relacionados con ansiedad y 25 por ciento de depresión.

Muy por arriba de otros, como trastornos de la conducta que representaron 7 por ciento y trastornos por déficit de atención e hiperactividad, que constituyeron 3.7 por ciento, según cifras del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Adicciones.

De los 160,171 casos de ansiedad registrados en el periodo en cuestión, 73 por ciento fueron mujeres y 27 por ciento hombres. En tanto, de los 76,142 casos de depresión, 78 por ciento fueron mujeres y 22 por ciento hombres.

Si se analizan los datos en función de la edad de los pacientes de ansiedad, llama la atención que las mujeres entre 20 y 50 años, son las que concentran las solicitudes de atención: concretamente las pacientes de entre 30 y 49 años representan 35 por ciento de las atenciones y las de 50 a 59 años 23 por ciento. En el caso de los hombres 20 por ciento tienen entre 20 y 29 años 29 por ciento son pacientes de entre 30 y 29 por ciento entre 30 y 49 años.

En el caso de la depresión, en mujeres, 20 por ciento tienen entre 20 y 29 años y 29 por ciento entre 30 y 49 años, mientras que en el caso de los hombres 23 por ciento tiene entre 30 y 49 años y los grupos de edades entre 10 y 14 años; 15 y 19 y 20 y 29, están en un rango de 16 y 17 por ciento.

En México dos de cada 10 adultos presentan algún tipo de depresión. Esta cifra es el doble en las mujeres, según Javier Guerrero García, director de Operación y Evaluación del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Ansiedad

La ansiedad es una respuesta común del organismo ante situaciones de preocupación, miedo o presión; no obstante, cuando es constante puede convertirse en trastorno y requerir tratamiento psiquiátrico especializado. Así lo refieren especialistas del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Manuel Velasco Suárez” (INNNMVS) de la Secretaría de Salud. 

El trastorno de ansiedad se debe a una alteración de los neurotransmisores encargados de modular las emociones y la respuesta al estrés, de ahí que se desarrolle ante la exposición frecuente a la preocupación o miedo excesivos.

Los síntomas son: taquicardia, mareos, adormecimiento de manos, tensión muscular, sudoración, opresión en el pecho, cambios de temperatura del cuerpo, así como problemas para dormir y respirar.

Cuando el trastorno inicia, los síntomas son leves o moderados, pero pueden evolucionar a severos. Esto trae como consecuencia disminución de la calidad de vida, el desarrollo de otros trastornos de salud mental, mayor riesgo de consumo de sustancias psicoactivas, autolesiones y pensamientos suicidas, e incluso puede ser incapacitante.

Los tipos de ansiedad más comunes son la generalizada, que se produce por múltiples preocupaciones; social, por miedo a ser evaluado negativamente por la sociedad, y por separación.

Además de tratamiento farmacológico y atención psicológica, es posible controlar una crisis de ansiedad a través de ejercicios de respiración, tensión y distensión muscular, o actividad física. Eso permite desenfocar la atención de los síntomas o pensamientos que la están provocando y disminuir los síntomas asociados

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestran que, en México 19.3 por ciento de la población adulta padece síntomas severos de ansiedad y más de 30 por ciento los presenta de forma leve o moderada.

Depresión

Cuando se habla de depresión se alude a tres problemas diferentes: a un estado de ánimo decaído pasajero; a un grupo de síntomas más o menos transitorios o a un trastorno afectivo persistente, que se prolonga por meses o años y que interfiere con las actividades de las personas o que llega a ser francamente discapacitante. Este último requiere de atención profesional.

La depresión incluye síntomas psicológicos y físicos tales como enorme tristeza, falta de interés por todo, sentimientos de vacío, llanto, visión negativa del mundo y de sí mismo e insomnio.

La depresión se da por un conjunto de factores, como propensión biológica, experiencias traumáticas o sucesos estresantes y condiciones como la pobreza o discriminación.

Por lo general, se inicia por algún suceso adverso como la muerte o separación de un ser querido, un cambio inesperado en la vida, pérdida del empleo, enfermedad y maternidad o paternidad, entre otros.

Datos del Inegi señalan que entre 2017 y 2019 los casos de depresión en el país se mantuvieron en un rango de 99.59 y 99.772 casos por cada 100,000 habitantes. Con la pandemia ese indicador bajó a 66.96 en 2020, pero en 2023 subió a 118.72.

Factores de riesgo

Diego Coronel Manzo, del Departamento de Psiquiatría y Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM destaca que hay factores de riesgo, tanto para la ansiedad como la depresión y todos se relacionan con la calidad de vida o el estilo de vida.

Hay factores psicosociales, por ejemplo, los relacionados con el ambiente, los entornos urbanos, el índice de pobreza, sobrecarga o estrés laboral, así como otros relacionados con las tasas de violencia e, incluso, relacionados con el género.

Refiere que en el caso de las mujeres presentan una mayor vulnerabilidad biológica para este tipo de trastornos. Ellas tienen una mayor predisposición para trastornos internalizados, como depresión o ansiedad. Además, hay situaciones sociales que las colocan en una situación de mayor vulnerabilidad.

Detección tardía

Lo preocupante es que este tipo de trastornos generalmente no se identifican oportunamente. Coronel Manzo destacó que, en México, hay casos que se diagnostican cuando ya pasaron seis u ocho años, según lo refiere la Encuesta Nacional de Salud y algunos estudios realizados por la profesora Dra. María Elena Medina Mora.

Lo delicado del asunto, apunta, es que, si detecta de manera tardía, se afecta la cronicidad. Es como una caries. Si se detecta a tiempo la recuperación es rápida, pero si es tardía se alarga el periodo de recuperación. Además, requiere involucrar un equipo de trabajo más amplio, para acciones de psicoterapia, psiquiatría, para poder recuperar la función del individuo.

Para el especialista, la detección temprana tiene que ver con la educación de las personas. Cuando pueden identificar síntomas clínicos como alteraciones de sueño, pérdida de apetito, problemas de memoria o de atención y acuden a ayuda profesional, hay más posibilidades de que se atienda a tiempo.

Además, llama la atención que con cierta frecuencia, este tipo de trastornos se enmascaran por el temor de las personas a ser estigmatizados socialmente.

Pocos reciben atención

Por otra parte, menciona que solamente 30 por ciento de las personas que padecen estos trastornos reciben atención profesional y solo 6 por ciento de ellos llegan a un servicio de psiquiatría.

Si bien, el tiempo de tratamiento va en función de cada caso, en general tardan de uno a dos años.

El especialista destaca que si bien no hay diferencias en cuanto a género, cuando las personas son sujetas a tratamiento, una tercera parte de los pacientes tienen dificultades para mejorar, en muchos casos porque abandonan los tratamientos. Algunas estimaciones indican que el 50 por ciento de los pacientes abandonan el proceso de atención sin ser dados de alta.

60 por ciento tiene trabajos que afectan su salud mental

Por otra parte, se cuenta con evidencia de que en el mundo 60 por ciento de la población cuenta con un trabajo afecta su salud mental por diversas situaciones, refiere el comisionado Nacional de Salud Mental y Adicciones Francisco Gutiérrez Rodríguez.

Según el especialista, el desempleo, la pérdida de un trabajo y la inseguridad laboral aumentan significativamente el riesgo a desarrollar diferentes condiciones de salud mental.

15 por ciento de los adultos en edad productiva en el mundo padecen un desorden de salud mental, sin embargo, en condiciones adecuadas, el trabajo puede ayudarles a mejorar su autoconcepto, promover su recuperación y manejar su funcionamiento social.

Datos del IMSS señalan que México es uno de los países que presenta mayor fatiga por estrés laboral. Se estima que cerca de 75 por ciento de los trabajadores sufre alguna condición mental por cuestiones laborales y más de 40 por ciento se sienten exhaustos o con fatiga crónica.

Eso explica en muchos casos porque, día a día, nos volvemos menos tolerantes, sentimos mayor frustración, vivimos con ansiedad.

Además, según el especialista, existen una serie de condiciones del ambiente laboral que pueden crear riesgos psicosociales, como el horario de trabajo, las actividades demandantes, falta de oportunidades para crecer laboralmente , las altas demandas de objetivos y metas, los roles de trabajo no específicos, además de ambientes matizados de violencia, acoso y violación a derechos humanos, es una realidad que se vive en muchas empresas del país.

Otros factores que inciden es el malestar de los trabajadores que tienen varios empleos para tener un sustento digno; tener un trabajo que no es del gusto o satisfacción de las personas, recorrer grandes distancias entre el trabajo y el hogar y la falta de equidad de género.

De acuerdo con datos del Inegi, en México, compartidos por el director de Operación y Evaluación del IMSS, Javier Guerrero García, 15 por ciento de la población experimenta depresión y 20 por ciento ansiedad severa, mientras que 75 por ciento de los trabajadores tiene fatiga por estrés laboral.

Los datos cobran relevancia ante las consecuencias, no solo personales sino sociales y económicas.

La salud mental tiene impacto por lo menos en tres grandes temas: el ausentismo, la productividad de las empresas y las relaciones laborales.

Sobre el impacto en el ausentismo, en 2023, un estudio de Gallup demostró que los empleados con alto grado de estrés tienen 63 por ciento más probabilidad de tomar días de enfermedad y 2.6 veces más de probabilidad de buscar otro empleo.

Por otra parte, un estudio de la Sociedad Americana de Psicología refiere que el estrés no atendido puede reducir la productividad hasta 30 por ciento debido a distracciones, errores y bajas en la concentración, mientras que un estudio realizado en México en 2023 por el Instituto de Fuerza de Trabajo encuentra que 64 por ciento de los trabajadores mexicanos considera que su trabajo influye en su salud mental y 38 por ciento afirma que el estrés laboral les ha causado dificultades para concentrarse.

 

Fuente: El Economista

Psicoanálisis, Psicoterapia

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