LA VERDAD ABSOLUTA Y EL MAL

Eduardo Ongay Moguel.
Psicoanalista titular de APM.
En el año de 1957, el gran psicoanalista inglés, Wilfred Bion, leyó un artículo titulado Sobre la arrogancia en un congreso de psicoanálisis. En su trabajo Bion plantea el funcionamiento mental de cierto tipo de personas que no soportan tener duda o incertidumbre sobre ciertos aspectos de su vida o del mundo. Ante la angustia que esto les provoca, adoptan una actitud arrogante que incluye la idea de que ellos poseen la verdad. Una vez instalada esta actitud, es imposible que tengan otro punto de vista sobre lo que han nombrado como verdadero. En su escrito, Bion compara a la arrogancia que encierra la verdad absoluta con la estupidez. Desde aquí, estúpido es todo aquel que tiene un sistema cerrado de creencias en el que no caben fallas ni dudas.

En los meses recientes el mundo ha tenido noticia – a menudo por actos escalofriantes- del autodenominado Estado Islámico ( EI ), un movimiento fundamentalista y violento que ha instalado un califato en regiones limítrofes de Siria e Irak. Los antecedentes de este grupo son muy complejos, pero en general están relacionados con las terribles guerras que durante años se han librado en esos dos países así como con los grupos terroristas Al- Quaeda y Hezbolla. La principal y preocupante característica del EI es su declaración de guerra y exterminio para todos aquellos, naciones e individuos, que no sigan su religión que es una interpretación fundamentalista de El Corán.

El fundamentalismo es un término usado para definir a una interpretación literal y particular de un texto considerado como sagrado. Aunque el sustantivo se ha puesto de moda en el Islam a partir de la revolución de los Ayatolas de Irán en los años ochenta del siglo pasado, puede ser usado también para movimientos cristianos y judíos. Un ejemplo es el de la secta llamada Testigos de Jehová, quienes a partir de una peculiar lectura del evangelio, prohíben a sus miembros recibir transfusiones de sangre, cantar el himno nacional y hasta pegarle a una piñata.

Cualquier texto, cualquiera, es susceptible de interpretación y a este hecho se le llama exégesis,que en griego significa explicar. Los estudiosos judíos de La Torá pasan su vida tratando de encontrar distintos sentidos de las palabras vertidas en el libro sagrado del judaísmo. En la iglesia católica esta práctica es poco utilizada debido en gran medida al control que el Vaticano ha impuesto sobre sus fieles. A la máxima autoridad del catolicismo le interesa sobremanera que los católicos no tengan sobre la Biblia concepciones muy diversas de las que son dictadas desde Roma. El control católico es muy antiguo y tiene que ver con la creencia, fundamentalista, de que en la Biblia está toda la verdad. Hay que agregar que católico significa universal. Contra este control fundamentalista se levantaron Lutero y Calvino en la reforma protestante.

Aunque los musulmanes se han ganado en los últimos tiempos los calificativos de fundamentalistas y terroristas, el cristianismo tuvo una larga época en que ejerció el mal en nombre de la verdad divina. Las cruzadas que tuvieron lugar desde el siglo X hasta el XIV, tenían como idea principal rescatar para los cristianos la tierra santa donde se supone estuvo el sepulcro de Cristo. Para este fin emprendieron un sinnúmero de guerras lideradas por señores feudales o reyes que acabaron con muchas vidas.

Durante esa época, además, tuvo lugar la Edad Media, a la que también se le conoce como “el oscurantismo”, debido a que se perdió la luz que la sabiduría grecolatina había arrojado sobre el occidente. El control de la iglesia en complicidad con la mayoría de los monarcas europeos era absoluto. Los textos de Sócrates, Platón, Euclides o Flavio Josefo fueron ocultados para que sólo prevaleciera la verdad divina en posesión de El Vaticano. Huelga decir la cantidad de personas que murieron acusados de herejes y quemados en leña verde o ahorcados; fueron miles. Por definición hereje es todo aquel que sostiene una idea novedosa que va en contra de la concepción religiosa dominante. Probablemente el caso más emblemático de esta persecución sea el del gran científico italiano Galileo Galilei. Aunque Galileo vivió en el Renacimiento, fue llevado ante El Santo Oficio por sostener, con base en observaciones astronómicas, que la tierra está en constante movimiento. Fue condenado y obligado a retractarse so pena de permanecer preso de por vida cuando ya estaba viejo y enfermo.

Por una de esas paradojas que son frecuentes en la historia y en la vida, fueron los árabes los que se encargaron de mantener viva la sabiduría grecolatina en la edad media. Además contribuyeron a ampliar el conocimiento pitagórico a través de la invención del álgebra, palabra de origen árabe. Caso curioso es que durante su permanencia en España, que duró ocho siglos, fueron un ejemplo de tolerancia y permitieron que moros, judíos y cristianos convivieran en santa paz y progresaran. Un ejemplo de este progreso es el del gran filósofo judío Maimónides quien nació y vivió en Al- andaluz – Andalucía- durante el dominio árabe.

A la civilización árabe le ocurrió un terrible retroceso que vino a detonar en el siglo veinte y nos alcanza en la actualidad. Como cualquier fenómeno de esa envergadura las cusas son muchas y complejas. Los países que pertenecen a la cultura árabe son muchos y variados. El Islam, aunque es una creación árabe, se ha extendido a todo el mundo y en particular al lejano oriente. Sin embargo, creo que hay un común denominador en la reacción fundamentalista: el rechazo a las costumbres y valores emanados de la cultura occidental. Hay que decir que el país que fue cimiento de esta reacción, Irán, no es árabe, descienden de los antiguos persas pero son musulmanes. Cuando la revolución de los ayatolas tuvo lugar era un país con gran influencia de la cultura de occidente. Muchas mujeres vestían con faldas y los hombres de traje. Los sacerdotes iraníes encontraron en estas costumbres una perversión del Corán y la principal bandera de su levantamiento fue el retorno al modo de vida que ellos entendían que se desprendía de El Corán. Con el paso del tiempo, ésta costumbre fue extendiéndose a países árabes que también tenían influencia occidental como Argelia, Marruecos y Líbano.

Pecaría de omisión si no tomo en cuenta los factores económicos y políticos que han sido determinantes para la adopción del fundamentalismo musulmán. El hecho de que buena parte de la región sea rica en petróleo y los intereses de Estados Unidos y sus aliados sobre este recurso, ha provocado invasiones y guerras que a menudo han tenido como actor a otro país del medio oriente aliado de los norteamericanos, Israel.

Como otro terrible ejemplo del fundamentalismo, esta vez del lado judío, está el asesinato del primer ministro israelí, Isaac Rabin a manos de un extremista y ortodoxo joven judío que veía en la política conciliadora de Rabin una amenaza para el Estado de Israel. Rabin fue asesinado debido , en gran medida, a que los servicios de seguridad, considerados los mejores del mundo, no tomaron en cuenta que el enemigo estaba en casa.

Los ejemplos que he mencionado forman parte de la antigua costumbre humana de no tolerar la incertidumbre y crear, como respuesta, visiones del mundo absolutistas que otorguen seguridad a quienes creen en ellas. Desafortunadamente, un efecto secundario del fundamentalismo es la intolerancia. Quien se cree dueño de la verdad no tolera la diferencia pues ésta es una amenaza para su seguridad. Por supuesto que esto sucede también en otros órdenes de la vida; el machismo ancestral es un ejemplo palpable.

Desde el punto de vista científico y tecnológico, la modernidad, que inició en el siglo diecinueve y se piensa que terminó en las dos últimas décadas del siglo pasado, significó para la humanidad una enorme decepción. La gran promesa de la modernidad fue que el avance científico y tecnológico acabaría con los grandes males: la pobreza, el hambre, las enfermedades, la desigualdad. Con razón se ha calificado a la posmodernidad como la época del desencanto. Por supuesto que algunas enfermedades prácticamente se han borrado; la viruela es un ejemplo. Pero otras han resurgido como la tuberculosis y han aparecido otras nuevas y ominosas como el sida, el ébola y otras de origen viral.

El avance científico y tecnológico es innegable – basta con ver funcionar un teléfono inteligente – pero esto no ha producido beneficios para la mayor parte de los habitantes de este planeta. Muchos mueren por las mismas causas que hace quinientos años: desnutrición, epidemias, enfermedades que no tienen atención médica como la hipertensión, la diabetes y otras.

El derrumbe de la esperanza ha llevado a millones a refugiarse en las antiguas creencias, pero a menudo éstas han sido reinterpretadas, llevándolas al extremo. Un ejemplo paradigmático es el de infinidad de católicos que se han convertido en miembros de innumerables sectas, generalmente denominadas como “cristianas”, pero que no guardan ninguna relación con las antiguas iglesias protestantes como el metodismo, el bautismo, el luteranismo y otras. El fenómeno es curioso: una persona o varias se reúnen para leer La Biblia e interpretarla. Generalmente surgen uno o dos líderes que convencen a los demás que su interpretación es la correcta y forman seguidores. En México estos grupos, disímbolos, llegan a tal cantidad que ya constituyen una real preocupación para la iglesia católica, que día con día ve cómo disminuye su número de fieles. Por supuesto, una característica esencial de estos grupos es su peculiar comprensión de partes de La Biblia, que pronto se convierten en verdades absolutas, con la consecuente intolerancia a otras ideas. Los testigos de Jehová, antes mencionados son un ejemplo.

No cabe duda que la mente humana necesita certezas. Es muy difícil vivir sin ellas. Sin embargo, las disciplinas de la posmodernidad como el pensamiento complejo, la teoría de los sistemas, la teoría del caos y la física cuántica proponen que las verdades son momentáneas, no eternas.

El gran poeta alemán Goethe escribió “Quien tiene ciencia o arte tiene religión; quien no tiene ciencia ni arte, que tenga religión”.¿ Cuánto podremos aguantar como humanidad para poder aprender de la experiencia, sin caer en la tentación de LA VERDAD ? No soy optimista, pero la alternativa es la estupidez y el mal que le es consustancial.

LOS RADICALISMOS POLITICOS Y ECONOMICOS

Si el término fundamentalismo es usado para explicar los fenómenos religiosos antes descritos, el vocablo “radicalismo” se emplea para designar a las ideas científicas, económicas y sociales que no admiten discusión y son también verdades únicas.

En el siglo XVIII tuvo lugar en Inglaterra uno de los cambios más trascendentales en la historia de la humanidad. Se inventaron las máquinas de vapor y se utilizaron para la producción de bienes, especialmente textiles. Se crearon las fábricas modernas y los modos de producción de recursos tuvieron un cambio dramático. Muchos campesinos ingleses se mudaron a las ciudades para trabajar en esas fábricas, naciendo así dos clases sociales nuevas: la obrera y la empresarial. La producción a gran escala tuvo para la humanidad un impacto tan grande como el del descubrimiento de la agricultura. A este cambio se le conoce como industrialización.

La industrialización fue extendiéndose poco a poco al resto de Europa, primero a Francia, después a Alemania hasta alcanzar a una buena parte de los países europeos. El fenómeno industrial también dio lugar a un nuevo sistema económico llamado capitalismo. El alto nivel de producción alcanzado permitió a los empresarios acumular grandes cantidades de dinero (capital) que aumentó la ya existente diferencia entre ricos y pobres. La desproporción entre las ganancias de los empresarios y las que obtenían los obreros a través de su trabajo era – y es- descomunal.

Cuando la industrialización ya estaba avanzada, a mediados del siglo XIX, el pensador alemán Karl Marx hizo una acertada crítica a este modelo económico. En su libro titulado El capital, sostuvo que la diferencia de ingresos era una explotación de la clase obrera por parte de los dueños de las fábricas. Marx no se detuvo en hacer un análisis crítico del capitalismo; propuso un nuevo modelo económico y político al que nombró socialismo-comunismo. La idea de Marx era que la clase obrera tenía que tomar el poder político para cambiar el modelo económico. En este cambio tendría que existir una “dictadura del proletariado” que después diera lugar a una sociedad sin Estado con lo que se llegaría a una distribución justa y comunitaria del trabajo y los bienes, el verdadero comunismo.

La primera implementación de las propuestas de Marx tuvo lugar en la Rusia zarista a través de la llamada Revolución Bolchevique encabezada por Vladimir Lenin y León Trotsky en 1917. Para entonces, el enorme territorio de ese país era gobernado por el zar-emperador- Nicolás, descendiente de una añeja dinastía que mantenía un régimen casi feudal. La enorme masa de campesinos pobres comenzaba a ser desplazada a las ciudades que desarrollaban una industria incipiente. La transformación de campesinos en obreros hizo visible en las ciudades la pobreza de estos y las desigualdades se acentuaron. Durante un proceso de lucha complejo, el zar fue derrocado y se instaló el primer sistema socialista en el mundo. Desapareció la propiedad privada y se creó un sistema colectivo de producción en el campo. Uno de los protagonistas de la revolución, Josef Stalin, se hizo con el poder en1924, al ser nombrado presidente del partido comunista. Stalin pronto comenzó una purga de sus posibles opositores, hasta obtener el poder absoluto y lo ejerció de manera despiadada. Adoptó una versión distorsionada de la teoría marxista a la que llamó marxismo-leninismo, que en realidad era una adaptación a modo para ejercer un poder omnímodo. La maldad de Stalin no tuvo límites. Millones de campesinos fueron ejecutados por oponerse a los sistemas colectivos de producción y otros tantos murieron de hambre. Sólo en Ucrania murieron entre seis y siete millones de personas producto de de la hambruna que tuvo lugar entre 1932 y 1933.

Varios historiadores piensan en Stalin como el mayor genocida en la historia de la humanidad. Debido al aislamiento de Rusia y después de la Unión Soviética, es difícil precisar una cifra. Sin embargo, los cálculos van de diez hasta dieciocho millones de muertos, sea por ejecuciones, sea por hambre. Lo que había sido planteado como un paso hacia la igualdad y la eliminación de la pobreza y que había provocado la esperanza de destacados pensadores de occidente, se convirtió en una de las peores desgracias humanas.

Las causas de ese fracaso son complejas, pero quiero señalar una. Marx compartía con Rousou la idea de que el ser humano es esencialmente bueno y que diversas causas, la civilización o la pobreza, dan lugar a la maldad. Pensaba que los pobres eran buenos y que una vez que tomaran el poder, la humanidad mejoraría. No tomó en cuenta la potencial maldad que todos llevamos dentro. Los ulteriores experimentos socialistas como los de China, Camboya e incluso Cuba, han dejado detrás de sí una estela funesta de muertos, opresión, y violación de los más elementales derechos humanos. Desde la teoría freudiana, la idea de la pulsión de muerte, discutida por muchos psicoanalistas, es una posibilidad de explicación. Lo que parecía un intento de unión, de construcción, una muestra de Eros, terminó en muerte, sufrimiento y destrucción, que son características de Tánatos.

Una vez mostrado el fracaso del socialismo- tal vez el hecho emblemático de este fracaso sea el derrumbe del muro de Berlín en 1989-, se impuso en la mayor parte del mundo otra visión radical del manejo de la economía: el neoliberalismo económico. Sus inicios datan de la década de los cincuenta del siglo XX, pero su implementación global se afirmó a partir de los ochenta del siglo pasado. Esta orientación propone dejar en manos de la iniciativa privada la mayoría de las actividades económicas, limita al mínimo posible la intervención del Estado en la economía, así como la reducción del aparato burocrático. La filosofía que se desprende de estas medidas sostiene que el auge económico que se desprenda del crecimiento de la libre empresa será tan abundante como para derramar la riqueza en todos los estratos de la población. La relativamente corta experiencia de este modelo ha mostrado lo contrario. La globalización que ha sido el correlato del neoliberismo ha dado como resultado que las empresas se hagan cada vez más grandes, con la consecuente concentración de riqueza en pocas manos. Una de las más ominosas consecuencias del liberalismo es la explotación ilimitada de los recursos naturales que ha provocado la destrucción de bosques, contaminación de mares y ríos a lo largo del mundo.

Existe un fenómeno curioso en el comportamiento de las grandes empresas transnacionales: en sus países de origen como Estados Unidos, Francia o Japón cumplen con todas las reglas en lo que al medio ambiente se refiere. Pero en los países de Africa y Latinoamérica extraen y derrumban a su arbitrio los recursos naturales, ayudados de la proverbial corrupción que parece característica de los gobiernos de estos países.

En el mundo posmoderno no gobiernan los Estados, gobierna el gran capital y éste no tiene cara, nacionalidad ni miramientos. Hemos sido testigos de derrumbes súbitos de la economía de países llamados emergentes por el retiro de grandes capitales especulativos invertidos en las bolsas de valores. El llamado error de diciembre de 1994 en nuestro país es una muestra paradigmática de este devastador fenómeno.

Siguiendo con México, resulta terrible que el hombre más rico del mundo sea mexicano, si tomamos en cuenta que los cálculos más conservadores arrojan un total de cuarenta millones de pobres en este país y diez en pobreza extrema, es decir, que viven con el equivalente a un dólar o menos al día. Datos del INEGI arrojan que poco más del uno por ciento de los mexicanos poseen el 43% de la riqueza nacional, muestra innegable de la siniestra desigualdad que el neoliberalismo ha provocado.

Nunca antes en la historia de la humanidad se habían producido tal cantidad de alimentos como en las últimas décadas. Este auge ha sido posible por la tecnificación del campo ( uso de fertilizantes, pesticidas, maquinaria especializada y empleo de semillas transgénicas ). Lo más triste es que lo que para algunos es bonanza, para otros es tragedia. La hambrunas y consecuentes muertes de países como Etiopía, Somalia y Biafra son ejemplos terribles de esta otra desigualdad. Otra expresión del mal.
Los hechos muestran que los países que han alcanzado un nivel de bienestar en todos los sentidos tienen una economía mixta, es decir, con empresas privadas y una conveniente regulación del Estado en la economía. Muestra de ello son los países escandinavos con Noruega a la cabeza. Pero estos ejemplos son insignificantes para el gran capital que sigue concentrando riqueza. La idea de que la libre empresa es la benefactora de la mayoría de la población, se derrumba ante los ojos de todos. Sin embargo, es tal el poder de las transnacionales que, a excepción de algunos países, dominan en el mundo entero. Al igual que el socialismo, una promesa de bienestar para la humanidad produce el efecto contrario: muertes, daños al medio ambiente y millones y millones de pobres. El mal disfrazado de bien

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